martes, diciembre 18, 2007

Jaula


¿Se imaginan el ahogo de estar encerrado todo el día?
La tortura de ver las cosas ir y venir, libres.
Como la luz del sol cuando aparece y desaparece.
Las gotas de un jardín recién regado.
Un abeja zumbar cerca de una flor.
El viento que es mezquino cuando atraviesa los barrotes porque no se queda. Sólo alcanza a contar la mitad del secreto de la vida y después se va a acariciar otras hojas, otras aves libres.
Un hombre enjaulado.
Una mujer enjaulada.
Es lo mismo que un pájaro enjaulado.
Nunca, pero nunca tendré a nadie entre rejas.
Porque no quiero que nadie me tenga entre rejas a mi.

martes, diciembre 04, 2007

Confieso


Tengo sueño pero necesito confesar.
Que hace mucho que no escribo y las palabras se salen solas por mis oídos, por mis ojos, en el mismísimo silencio tengo palabras que abundan abundan y olvido utilizar.
Que si bien estoy cansada el pecho rebosante camina por la calle sintiendo que todo cuánto me sucede ahora está bien, es normal, es tranquilo, es mío.
Que me alimento de la vida de los otros y que el corazón de los otros empuja a mi corazón.
Que mis ideas no mueren, sólo duermen con la paz de quién sabe que ya no hay apuro y que el tiempo el bendito tiempo es finalmente el pulso de la sangre que corre por mis venas.
Que estoy extremadamente feliz y que quisiera estar siempre así.
Que a veces las cosas me dan vértigo pero es precisamente esta sensación la que me hace cruzar la calle para abrazarte para comprarme zapatos nuevos para comer un helado para mirarme bien mirada en el reflejo de una vitrina y sentir que me gusto tanto como nunca creí gustarme.
Que me encanta el fin de año, las reuniones con amigas, acostarme a ver películas con Leo, mirar los gestos de mi sobrina, ver a mis padres más viejos pero más vivos que nunca, conocer gente, darme espacio para escuchar, ponerme mi colonia favorita, el sabor de los duraznos, una buena y vieja canción.
Que hay cosas que me importan un bledo pero otras que no transo, como mi libertad, vivir el amor, comer rico y tener espacio para la duda.
Que no sé si estoy más grande pero si más tranquila.
Que no tengo tiempo para hacer las cosas que más me gusta hacer y que me da pena.
Que sueño con tener un restaurante.
Que quiero plantar cilantro, albahaca y ají.
Que, asombrosamente, pensé en la vejez y no me asustó como hace 4 años atrás.
Que quiero ir al cine, a fantasilandia, al MIM y al teleférico.
Que soy una mierda de ansiosa y que me hace mal a veces y que tengo que ejercitar mi paciencia.
Que me río y lloro en la misma cantidad. Pero lloro de felicidad.
Que confesar esto no es nada del otro mundo, sólo que siento que es bueno decirlo a nadie, a todos, a mi.
Y lo digo porque confieso que soy una parlanchina y más porfiada que un dedal de oro.