martes, octubre 20, 2009

fffuit






Y así, de repente, todo comenzó a oler a naranjas.

Yo misma sentía el perfume dentro de mí, internarse por entre mis poros, sujetar mis órganos internos, explorar el corazón.

Y aunque yo avanzaba, ahí se quedaba, flotando en el ambiente, jugando con la cola de los perros, formando una nube olorosa y fresca. Demasiada fresca para un día martes.

Debería agradecerle, sonreírle, preguntarle su nombre a la señora boliviana que todos los días exprime naranjas en la esquina de mi casa, silbando una melodía feliz, una musiquilla que de seguro endulza más el natural zumo de la fruta.

Ella que perfuma, que inunda de frescor una calle céntrica, merece un abrazo, una mirada amistosa, una demostración de agradecimiento por hacer de las ocho de la mañana una hora feliz, una hora salvaje con olores de selva y fruta.

Si, de repente todo comenzó a oler a naranjas.

Y es un buen comienzo para una historia.

miércoles, septiembre 30, 2009

Musaños

Quiero decirte que estoy orgullosa de tenerte, 
de que formes partes de mis recuerdos 
y yo formar parte de los tuyos.
Orgullosa de verte crecer con todo lo que eso implica.
Orgullosa del dolor.
Orgullosa de la alegría.
Orgullosa de la distancia.
Orgullosa de la sabiduría.
Orgullosa de verte ahora y saber qué es lo que fuiste antes.
Y tener la certeza de que sabré lo que serás.
Orgullosa de tu risa, de tu fuerza, de tu debilidad.
Orgullosa de tu compañía. De tu corazón abierto.
Orgullosa de tí, también me hace de mi. 
Porque tener una mujer como tú de amiga es digno de orgullo, de alegría y de bienestar.
Hay ocasiones en que no sé nada, y eso bien lo sabes.
Pero si sé quién eres, y lo que eso significa para mi.

Y, orgullosa del tiempo que te invita a seguir bailando con él...
a tu ritmo, con tu cadencia. 
Pero extremadamente viva.

Te adoro amiga

martes, septiembre 29, 2009

Plop


Es como si me dijeran que Juanito Yarur o Carlos Cardoen se ganaron 50 millones de pesos para sus respectivos proyectos “culturales”.

Si bien la democracia permite que todo chileno o chilena o extranjero con residencia en Chile postule a los fondos que entrega el Consejo de la Cultura y las Artes, hay algo que se llama ética y es, precisamente, lo que hace que NO TODOS los chilenos y chilenas postulen a estos fondos que no sólo están destinados a financiar proyectos culturales sino que también aquellos proyectos desarrollados por personas que,precisamente, no cuentan con los recursos monetarios necesarios para llevarlos a cabo.

Así, se entiende que un escritor o fotógrafo de Aysén, que ha dedicado una buena parte de su vida a su oficio, con esfuerzo y creatividad, sea beneficiando por el Fondart. O un escritor novel, esforzado y estudioso. Incluso, algún loquito artista plástico con una buena propuesta pero sin un peso para desarrollarla y BENEFICIAR al país.

Porque de eso se tratan los fondos de cultura, de una retroalimentación. De un descubrimiento en pos de un mejoramiento de la calidad del arte en Chile, un arte que identifique al país acá y en el extranjero, y que brinde la posibilidad a aquellos que no la tienen de abrir su espectro cultural y humano haciendo su arte o aprendiendo más para hacerlo.

Entonces, sí que encuentro grosero que el teatro Mori haya ganado 99 millones de pesos en el Fondart de este año. Grosero porque sé que los dueños de ese teatro manejan recursos personales bastante cuantiosos como para enchular su proyecto cultural sin tener que postular a los fondos de cultura. ¿El derecho? Claro que lo tienen, pero repito la palabra clave: ética.

Por otro lado, el estado beneficia a esta sala de teatro que se caracteriza por, implícitamente, ser punto de encuentro de lo que podemos llamar “elite cultural”, cerrando así, aún más, el concepto de la palabra cultura. Elite en el sentido de que después de pagar cinco mil pesos por ver una obra, pagan casi nueve mil pesos por un plato de comida en el restaurante del para nada modesto Centro Cultural Mori.

A mi, me encanta comer rico y he pagado caro por un plato.

Pero no todos pueden pagar una entrada de ese precio para después disfrutar un plato que equivale a tres almuerzos "normales".

Y todo esto simboliza el "carácter cultural" del teatro Mori.

Y a esto va dirigida mi crítica.

Mi crítica es que estos fondos de cultura DEBEN estar destinados a ABRIR la cultura, hacerla popular, partícipe del pueblo y viceversa; potenciar la DIVERSIDAD y evitar el ENCASILLAMIENTO.

Pero si los dos rostros de las casas comerciales más famosas de Chile se ganan 99 millones de pesos ¿Qué puede pensar la gente? ¿Qué pueden sentir los otros miles de artistas que no han pedido ni la décima parte de los que estos pijecitos se ganaron y, sin embargo, sus proyectos fueron rechazados por esas misteriosas razones del CNCA?

No critico la calidad del proyecto que Vicuña y sus socios presentaron. Critico la poca ética del CNCA al decidir financiar un proyecto que puede ser financiado de muchas otras maneras, sobre todo PRIVADAS, en desmedro de todos los otros proyectos que no pueden ser financiados de ninguna manera, salvo, con el dinero del estado.

Como se dice popularmente, ya estoy curada de espanto.

Pero esto no quita que más que sorprenderme me entristezca y enfurezca el CÓMO se desarrolla la cultura en Chile.

Qué, como vemos, pertence a unos cuantos que deciden y a otros pocos que reciben.

martes, septiembre 15, 2009

Cassè


Algo roto es algo marcado.

Inevitablemente.

Aunque existan los pegamentos más pegajosos.

Cuando algo se rompe, queda marcado con esa fisura casi imperceptible pero sutil y perturbadoramente notoria.

Lo roto está ahí y siempre estará.

Como una costura apurada, un plato picado, un azulejo trizado, la madera raspada.

Esas marcas de lo roto y ajado.

En la vida, en nuestro cuerpo, en el espíritu.

En lo que se ve y en lo que no, lo roto queda como la manifestación de la vida de los otros en la propia. 

Y, también, de cómo una misma se rompe, se aja, se daña.

Nada se puede hacer, sólo tratar de pegarlos y de que permanezcan unidos.

O, simplemente, dejar los pedazos tirados en una parte de la historia, inmóviles, congelados.

Lo roto y lo nuevo deambulan en la vida.

Cuando las cosas que verdaderamente me importan se rompen, me transformo en una especie de artesana. Trato de unir, de moldear, de lijar. Restaurar, coser; sabiendo muy claramente que lo roto siempre va a quedar porque cuando lo que se rompe es aquello que más nos ha hecho felices, la torpeza por querer recuperarlo deja las marcas más grandes porque implica el trabajo más delicado.

He sido artesana como también he barrido los pedazos, tirándolos a la parte más honda de mi propio basurero.

Y así y todo, lo roto permanece.

En la memoria, en la de los otros.

Quizás cada uno es algo roto, que se compone día a día. Con los pedazos viejos o con los nuevos.

No sé.

Sólo digo que la vida que se rompe, lo hace una y otra vez.

Y que espero no quedar ciega recogiendo los pedazos más pequeños.

martes, septiembre 08, 2009

Muro



Este blog empezó de la nada y creo que así terminará. Involuntariamente.
En agosto cumplió 5 años y me ha dado por releer los antiguos post.
Ese ejercicio morboso que una hace consigo misma sólo para saber cuánto más y cuánto menos nos queda de la persona que escribió en el pasado, sea cual sea ese pasado.
A mi, este íntimo ejercicio me ha servido para reinvindicar ciertas cosas y suspirar entristecida por otras; para enaltecer ciertas partes de mi personalidad como para lamentar ciertos exabrutos bastantes brutos, por cierto.
Este blog, sin querer queriendo, ha sido la más pública expresión que ha tenido mi vida. Y si bien esto podría hacerme parar los pelos, más me emociona y lo agradezco porque ha sido la expresión, así como más pública, más noble, sincera, desvergonzada y, hasta, irracional que he tenido en mi vida virtual. Y, mirado desde el punto de vista humano, esto es tierno y consecuente con lo que soy en mi vida "análoga".
Este blog ha sido una voz, chillona a veces, susurrante otras, que me ha permitido decir sin decir y, frente a eso, experimentar un tipo de comunicación bastante curiosa para una persona que necesita comunicarse físicamente pero, a la vez, bastante cercana y lógica para quién sólo tiene las palabras como vía esencial de comunicación.
Este blog ha sido compañía, gesto, espejo, puente, ego, furia.
Ha sido una parte de mí, que está en mi pero no.
Ha sido un vicio, una conducta adrede.
Un muro.
Un torpedo.
Pero, por sobre todo, ha sido lo que es: un cuaderno de borrador. 
De esos en los que se escribe desordenado pero no por eso menos cierto.

Celebro la vida de este cuaderno para nada ajado, y lleno, repleto, atiborrado de pegatinas y besos desconocidos. 
Y, por sobre todo, agradezco al lector y a la lectora que se da el tiempo de leer y sentirse identificado, dolido, ofendido, extrañado y apasionado por mis palabras.
Es la vida para una escritora y la sangre para un lector.
Si no, ¿cuál es el brillo?

domingo, agosto 16, 2009

T.Q.M


Sabía que al abrir esas cajas no sólo el polvo me saltaría a la cara, sino que también la nostalgia repartida en fotos, cartas, tarjetas, diarios de vida, agendas, servilletas usadas y pequeñas esquelas de Sarah Kay con dedicatorias de amor y amistad.
Atesoro esos papeles como quién atesora el vestigio sagrado de la inocencia, la puerilidad y la infancia en el más amplio sentido de la palabra.
Me veo en esas fotos y encuentro a una niña como cualquier otra, con una infancia querida, cuidada, respetada.
Veo mi exhuberante y rubio pelo adornando una cara rosada siempre sonriente.
Acompañada de otras niñas igualmente sonrientes.
Incluso, algunas de esas niñas me siguen acompañando, y son, a la vez y junto con mis tesoros de papel, parte del vestigio de una vida pasada vivida, contada y rememorada con la alegría suficiente para decir que esos papeles podrían construir un puente indestructible a mi pasado, para poder cruzarlo cada vez que la adultez me ahogue con sus números, sus relojes y sus estructuraciones existenciales.
Puedo decir, después de leer un diario de vida de 1992, que, si bien he crecido y madurado, vivido y viajado, amado y odiado, conservo algunas partes de mi discurso intacto, como si mi esencia fuera inmóvil en la cadena del tiempo.
Y eso es porque, de una forma u otra, me he respetado y defendido con uñas y dientes.
Desde pequeña, hasta ahora, he conservado intacto el orgullo que siento por mi, y este orgullo es el que me ha permitido guardar esos papeles viejos y poder reconocerme, una y otra vez, en ellos.
Ya no junto esquelas, ni escribo un diario, ni tengo los vicios extraños de la infancia.
Ahora colecciono libros, escribo un blog, y tengo los vicios propios de la adultez.
Entre estas dos líneas sigo siendo Carolina, Carito, Carola, Carolita.
Y si bien ha pasado tiempo y he guardado en cajas parte de mi vida, algo de Sarah Kay me queda, además de los cachetes rosados.
Quizás la añoranza de una regadera de metal y flores en el jardín.
Como sea, guardo y abro las cajas y respiro una vez más el olorcito del polvo de la vida que sale de mis papeles sagrados.

martes, julio 28, 2009

Croquis


No quiero más decir podría.

Utilizaré el verbo en presente de la primera persona singular  y en presente de la segunda persona plural.

No quiero más decir seré.

Utilizaré el verbo en presente de la primera persona singular  y en presente de la segunda persona plural.

Olvidaré los tiempos verbales que me encierren.

Anularé los modos que me tranformen en una suposición.

Mi cuaderno lo escribo día a día antes de que se me acabe la tinta del lápiz 

y me quede con las frases chorreando de mi falda, como lágrimas de niña sin juguete.

No soy ni menos ni más pluscuamperfecta 

y para nada mi futuro es imperfecto.

Toda esa majamama gramatical se la dejo al ministerio.

Mi vida, a mi modo y con mi verbo.

jueves, julio 09, 2009

Luz

Tengo pocas pero buenas.

Hablo de las amigas.

Si, con el paso del tiempo me he puesto estricta. Más que con mis amigas, conmigo misma. Con mi modo de vivir la amistad.

Por eso tengo pocas.

A estas alturas no me interesan las relaciones a medias, que me cobren sentimientos, vencer la soledad, tener carretes asegurados.

Yo necesito complicidad, sólo eso. Ya ni siquiera tengo el hábito de comunicarme todos los días con mis amigas sólo porque son mis amigas.

Estamos cuando queremos y lo necesitamos, presintiendo el momento en que eso sucede, así también como cuando no, y queremos estar solas, idiotas, cochinas, chasconas, inapetentes, borrachas.

Estoy cuando debo pero, sin embargo, a veces estoy cuando no me llaman porque, como dije, echo a andar la máquina de presentimientos.

He sido mala amiga y eso me a hecho aprender a ser buena. Y ser buena amiga es, a veces, no tener la palabra precisa ni la sonrisa perfecta pero contar con un buen puñado de canciones, dinero para una cerveza, manos para hacer cariño y silencio para disfrutar de los latidos de corazon.

 Yo eso lo he aprendido en el ejercicio de la amistad.

Hay algunas que se han ido.

Si, igual hay cosas que no perdono más que por orgullo por respeto a mi inevitable levedad de ser.  Una de las cosas que no perdono es la falta de fe.

Si no creen en mi, no me quieren. Simple.

Por eso tengo pocas.

Ese puente que se crea cuando las amigas se pelean pensaba que era indestructible. Que una vez construido nada ni nadie era capaz de destruirlo, ni menos cruzarlo.

Hoy me enteré de una noticia muy triste que le pasó a una de aquellas amigas con la que construimos ese puente.

Y si siento una pena tan grande por lo que le pasó es porque ella aún vive en mi.

Y quizás no construimos un puente, sólo una escalera al techo.

La escalera que todos necesitamos cuando queremos.

No quiero que nada malo le pase a mi amiga.

Porque a las amigas se las quiere y se les cuida como si fueran las luciérnagas sagradas, el idioma secreto, la raíz más fértil, la hermana.

Amiga, yo estoy también, como la raíz y la luciérnaga.

 

jueves, junio 25, 2009

La nave

Desde la ventana de mi oficina he visto los abandonados cables del teleférico. Solos, sin los bichos multicolores que siempre cuelgan de él haciéndome imaginar que soy la afortunada que está sentada dentro de uno de ellos, en vez de estar en una oficina con calefacción artificial y sonido de clickes clickes clickes.

Ya no funciona. Me di cuenta el viernes, lo corroboré el martes y lo confirmo ahora, que miro hacia el cerro y no veo ese paseo de fantasía.

Yo anduve mucho en teleférico.

Mi papá abría un poco la puertecita, cuando estábamos colgando en las alturas, y me daba un nervio gozoso que mi padre tranquilizaba con una de sus abundantes carcajadas.

Miraba los árboles y parecían nubes flotando, colchones suaves que, en el caso que me cayera, de seguro me recibirían amistosos y olorosos.

Saludaba a los que se cruzaban con mi teleférico y, en ese diminuto instante, se transformaban en mis amigos cómplices, mis amigos de las alturas que compartían el mismo momento que yo.

Esperaba tiesa e inmóvil cuando pasaba por la torre metálica porque temblaba rápidamente haciendo un crujido peligroso que me hacía pensar que, ciertamente, era el momento más propicio para que el teleférico se soltara y cayera estrepitosamente sobre los árboles.

Imaginaba que se quedaba detenido en medio del viaje y que pasaría horas, días y noches suspendida en el aire, sin comida y agua pero con muchas posibilidades de salir en las noticias y ser rescatada por un helicóptero.

Me dolía la guata de la emoción cuando esperaba, en alguna de las estaciones, el teleférico que me iba a tocar y siempre siempre quería el celeste pero la mayor parte de las veces subíamos a uno rojo.

Aplaudía cuando, ya sentada en mi teleférico, se deslizaba lentamente, en la semi oscuridad de la estación, y de repente todo se iluminaba cuando se lanzaba a la luz.

Escuhé muchas veces a mi padre cantar, a mis hermanos moverse de un lado a otro sólo para que el teleférico se balancera y a mi me diera susto.

El teleférico siempre es y ha sido mi viaje de fantasía, el minuto secreto en que veía a todos pequeñitos e individualizados, la ocasión para no estar simbólicamente, el paseo de la infancia, mi nave.

La última vez que fui invité a mi amado a compartir conmigo un atardecer de septiembre y el sol y las mariposas y yo más grande pero con el mismo nervio.

Mi teleférico rojo ha sido la nave del amor.

Creo que apenas lo vea de nuevo desde la ventana de mi oficina, iré a buscar el celeste. Me lo debo.

miércoles, junio 24, 2009

Humanos amados

Un hombre ama a una mujer, porque la cree superior. En realidad, el amor de ese hombre se funda en la conciencia de la superioridad de la mujer, ya que no podría amar a un ser inferior, ni a uno igual. Pero ella también lo ama, y si bien este sentimiento lo satisface y colma algunas de sus aspiraciones, por otro lado le crea una gran incertidumbre. En efecto: si ella es realmente superior a él, no puede amarlo, porque él es inferior. Por lo tanto: o miente cuando afirma que lo ama, o bien no es superior a él, por lo cual su propio amor hacia ella no se justifica más que por un error de juicio.

Esta duda lo vuelve suspicaz y lo atormenta. Desconfía de sus observaciones primeras (acerca de la belleza, la rectitud moral y la inteligencia de la mujer) y a veces acusa a su imaginación de haber inventado una criatura inexistente. Sin embargo, no se ha equivocado: es hermosa, sabia y tolerante, superior a él. No puede, por tanto, amarlo: su amor es una mentira. Ahora bien, si se trata, en realidad, de una mentirosa, de una fingidora, no puede ser superior a él, hombre sincero por excelencia. Demostrada, así, su inferioridad, no corresponde que la ame, y sin embargo, está enamorado de ella.

Desolado, el hombre decide separarse de la mujer durante un tiempo indefinido: debe aclarar sus sentimientos. La mujer acepta con aparente naturalidad su decisión, lo cual vuelve a sumirlo en la duda: o bien se trata de un ser superior que ha comprendido en silencio su incertidumbre, entonces su amor está justificado y debe correr junto a ella y hacerse perdonar, o no lo amaba, por lo cual acepta con indiferencia su separación, y él no debe volver.

En el pueblo al que se ha retirado, el hombre pasa sus noches jugando al ajedrez consigo mismo, o con la muñeca tamaño natural que se ha comprado.

 

Cristina Peri Rossi. “La naturaleza del amor”. 

Una pasión prohibida.


 

martes, enero 13, 2009

Andes on the moon


La gente hace cosas.
Distintas.
Para qué hablar de todas las cosas que hace la gente.
Me gusta que la gente haga cosas, pero más me gusta que la gente haga cosas que habitan dentro de su cuerpo, misteriosamente, y precisan salir a la luz, vivir, respirar, participar del mundo.
Y ahora se hizo algo muy lindo, sencillo, noble y espiritual.
Mi hermano Rodrigo lo hizo, y lo presenta este jueves 15 de enero en la casa de la Cultura Delia del Carril, allá en la Reina.
La cosa esta que se hizo de todo corazón se lanza a las 21 horas en Lynch Norte 164.
Esta cosa se llama ANDESGROUND y es el disco de mi hermano Rodrigo Castro Zamorano.
Un disco que revisita al folclor de una manera actualizada y original.
Para escuchar, visite la web.
Para asistir sólo deben mandar un mail a info@andesground.cl
La fiestoca promete.
La gráfica y las visuales también.
Toda una cosa hecha con amor.

Vaya, yo estaré ahí con mi poncho veraniego.