
Hoy, domingo 3 de febrero de 2008, 2 mujeres fueron asesinadas. Una por su esposo y otra por su ex. Ambas eran víctimas constantes de violencia intrafamiliar y de amenazas públicas de muerte.
Más alla del tema del femicidio, que encuentro que es la manifestación más brutal del machismo, lo que más me tiene consternada es el nivel de violencia que existe en este último tiempo en Chile. Ayer hablaba con mi hermano sobre el tema de la evolución humana. Él me decía que la humanidad ha evolucionado y yo lo rebatía diciéndole que no, que desde mi punto de vista todo ha sido una involución que se manifiesta, entre otras cosas, en lo violenta que está la humanidad. Discriminación, xenofobia, violación a los derechos humanos, desprotección de la flora y fauna. Todos estos puntos son a mi juicio manifestaciones reales de la involución. Y para mi de nada sirve que el Iphone sea tan groso y moderno si la gente se mata entre ella, si el miedo y la desconfianza habita en lo más profundo de todas las personas.
Estos son ejemplos macros pero he sido testigo de la violencia con que vive la gente.
En el metro, empujándose todos por entrar al vagón y garabateándose a viva voz porque alguien pisó a no sé quién, otro le enterró el codo en el estómago, otro no dejo bajar antes de subir. A mi, una señora me enterró las uñas en los brazos, todo por entrar al vagón en el que ya no cabía más gente. La miré y le dije “Señora, ¿no sé da cuenta que me está rasguñando sólo por querer estar en este vagón?” Ella, ni siquiera me respondió.
En el banco, el viernes, esperando que me entregaran una tarjeta, un tipo maleducado gritoneaba a un funcionario de Servicio al Cliente. Vociferaba a viva voz que él era cliente antiguo, que cómo era posible que su crédito fuera rechazado y que “ podría tratarte peor pero soy un hombre educado”. Y el funcionario de lentes trataba de explicarle que nada podía hacer porque el sistema no sé que cosa.
A los 20 minutos otro tipo, ordinario y prepotente, gritoneaba a otro funcionario porque no tenía un papel que debía ir a buscar al segundo piso. Y “no voy a volver a hacer esta weá de cola, así que tu me atendía altiro no más”.
Suma y sigue.
Podría llenar páginas con ejemplos de violencia y destrucción.
Y estas dos mujeres que murieron hoy salvajemente, acuchilladas, llorando y asustadas en sus últimos segundos de una vida que fue arrebatada por las manos de un hombre egoísta, bruto y malvado, son ejemplo vivo de la involución. Esas dos mujeres que quizás soñaban con ir a la playa por el día, comer empanadas y sacarse fotos sonrientes sintieron dolor en el último instante de su vida. Dolor que es el que siente y sentirá toda la humanidad mientras no se comience a sentir y practicar la PAZ.
Esto ya no es jipismo. Es una necesidad.