Para variar es domingo.
Y este sol ardiente en mi cara me hace sonrojar no de verguenza sino que de viva.
Vi unos árboles gigantes y gente caminando por la calle.
Y yo con mi falda verde esperando una micro que me hiciera volver a empezar.
Me miro las manos y están abiertas.
Me siento el espíritu y está abierto.
Y son esas caras de gato que me hacen reír.
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