viernes, enero 06, 2006

Arándano


Son las 12 y media de la noche y vengo llegando de París.
Me junte con mi amiga Cecilia.
Mami Ceci.
Ay...fue emocionante verla con esa maravillosa panza de mamá.
Mi jornada fue una espera para eso.
Para ver a mi antigua amiga. Una de mis más antiguas.
La conozco desde los 6 años, cuando llegó en segundo básico al Murialdo, mi colegio lindo.
Ella siempre fue así como es ahora.
Linda, risueña, enamoraba a todos.
O todos se enamoraban de ella.
Y enloquecían, literalmente. Uno de aquellos quedó peinando la muñeca harto rato.
Es que Ceci tiene algo inconceptualizable.
Algo que hace que todos la amemos.
Ceci siempre fue la más alta del curso.
Estudiosa como ella sola.
Habilosa y agrandada.
Una vez, para su cumpleaños número 9, fuimos a Fantasilandia.
Lo pasaron super.
Ellas...las otras, porque yo andaba con una conjuntivitis de la que hay un sólo registro fotográfico en la que sale Ceci, Flaca, Camila y yo con el ojo colorado como pimentón. Toda afiebrada, pero toda sonriente.
Recuerdo clarito que nos queríamos subir a un juego que era para mayores de 12 años.
Ceci, alta y agrandada como era pasó sin que nadie le dijera nada. Y yo, atrasito y petisa me quedé sin subir porque definitivamente no parecía de 12, sino que de 9, la edad que tenía yo y que cumplía Ceci ese día.
¡¡Que me dio pica!!
Con Ceci estamos juntas desde esa época. Pasamos por hartas cosas juntas.
Muchas de chicas, lolas y ahora de grandes.
Como estas: que ella esté esperando a Emma con ansías y que yo esté lejos de todo.
Cuando supe que estaba embarazada lloré.
La vida es un círculo.
Cuando Emma tenga 6 años tendrá la edad en que conocí a su mamá.
Y hoy al verla vi a Ceci de toda la vida.
La de la ropa top.
La de los siete en todo.
La del amor roto.
La del amor construido.
Pero sobre todo a mi amiguita amigota que conserva la misma sonrisa Pep.
Y eso me hace sentir afortunada.
Encontrarla en París junto a su compañero que la ama. Conversar mucho rato. Reírnos y hacer planes.
Tocarle la panza gigantesca y sentir como Emma saluda a la que será su tía favorita.
Un barcito en una esquina nos acogió y protegió del frío pesado de París.
Ella se pidió un jugo raro.
Cristóbal y yo unas ricas cervezas oscuras.
Además de una Tartina con mozzarella y tomate porque tenía mucha hambre.
Que rico todo. Que simple todo.
Una amiga y una chela.
Creo que son dos de las cosas que más me agradan.
Y este viernes se termina con una amiga en el corazón.
Y una Emma por venir.

1 comentario:

Anónimo dijo...

que lindas se ven.
y yo las vi transformarse en mujeres a las dos.