
Al fin puedo aparecer. No es que sea dificil pero ciertamente tener Internet en la casa hace que todo sea mas rapido.
Ya no es el caso asi que solo puedo aprovechar los ratos libres del colegio.
Y heme aqui.
Epa. Esta vida que se manifiesta y transcurre y sucede de maneras sorprendentes.
No es que considere que el robo haya sido afortunado pero si no hubiese sido por él no estaría ahora en mi primer depto de chicas.
Y ha sido fantástico, entretenido y, por sobre todo, humano, muy humano.
Tomar desayuno, compartir las galletas, cenar juntas, escuchar música y, a veces, ver tele.
Hablar del trabajo y compartir las emociones de las últimas jornadas como asistentes de español.
Ir a París de compras y comparar precios y opinar sobre pantys y faldas.
Ya será una semana de mi arribo a Arpajon y si se ha caracterizado por algo ha sido por el manjar.
Si, llegué con dos tarros que me regaló la familia Zahid Sánchez en Barcelona y Sara quedó tan fascinada que no pude menos que ir al supermercado y comprar leche condensada y volver a hacer: Porque los que traje de Barcelona duraron menos que un candy.
Somos tres niñas que viven con la cuchara en la boca y que no dejan descansar a ningún tarro que contenga manjar en su interior.
Y ya nos reímos cuando nos encontramos en alguna parte de la casa con la cuchara en la mano y los ojos brillantes de saborear el manjar más rico de toda la región parisina.
Ayer volví a hacer manjar. En voz alta aviso que lo prepararéy estamos dos horas esperando a que la delicia se cocine en la gran olla manjarera. Luego, esperamos otro par de minutos a que se enfríe un poco hasta que no resistimos y procedo a abrir el maravilloso tarro que regala su corazón café claro, con la consistencia precisa para que la cuchara se hunda suavemente y descubra el deleite de la leche convertida en dulzor.
Y Sara salta en una pata. Sonríe con su enorme sonrisa y abre esos ojazos café para decir
“Yupi...Me mola el majar. Esta buenísimo”
Y Bianca y yo explicándole los mil usos chilenos de nuestro tan preciado producto.
Y si. De verdad que está bueno. Todo esto pinta pa bueno.
Mi sofá cama es enorme y duermo tan cómodamente que despierto descansada y feliz.
La ducha es potente y el agua sale tan calientita que da gusto bañarse en la mañana, cuando afuera todavía el frío no da clemencia.
Arpajon es lindo. Me gusta.
Ir al supermercado se transforma en un paseo agradable y familiar.
Caminar hasta la casa me regala los minutos para sentir que estos pocos días que quedan están llenos de nuevos aires, de nueva vida y de nuevos reconocimientos y sorpresas. Y eso siempre es bueno.
Ya no quiero pensar en el robo, ni en nada que me perturbe, sólo quiero vivir estos días con alegría, libertad y abierto el corazón a dejar que París entre más vivo que nunca.
Me compré la Carte Orange para las zonas 1 hasta 5, eso quiere decir que puedo ir a París hasta que me de hipo y gozar la ciudad como nunca.
Hoy hicimos paseo de niñas.
Al despertar levanto la persiana y el paisaje nevado realmente me conmovió.
Arpajon nevado en silencio.
Seguramente nevó en la noche y como la nieve es una especie de suspiro imperceptible sólo en la mañana me di cuenta de la fría maravilla.
Las copas de los árboles adornadas con las motas de hielo que brillaban con el sol matutino.
Los brotecitos que anuncian una próxima primavera temblaban con el peso de la nieve y parecían que en cualquier momento iban a caer, pero se mantenían intactos, erguidos hacia la luz generosa, abrazados por un sutil viento gélido pero revitalizante.
Que gran mañana.
Desayunamos juntas porque no tenemos clases los miércoles y decidimos pasear por París.
Nos recibió bella, limpia, casi despejada, muy helada pero por sobre todo fabulosa.
Ahí, parada en el Pont Saint Michel, mirando el Senna, observando las aguas quietas, me dejé chasconear por el viento, la emoción, y la vida de una ciudad de verdad linda.
Cada vez más linda, cada vez más mía.
Fuimos a L’Heure Joyeuse, una biblioteca pública dedicada sólo a la literatura infantil.
Debo ir otro día porque no alcancé a ver casi nada de lo que guarda en sus estantes repletos de publicaciones.
Después almorzamos falafel y de compras se ha dicho.
Estuvimos un buen rato mirando ropa, tomando chocolate caliente, comentando de la vida. Hasta que se oscureció y cansadas ya extrañábamos nuestra tibia casa.
Al llegar cada una con su cuchara en la mano dispuestas a atacar el tarro de manjar que casi ya esta vacío.
Hice una ensaladota.
Cocimos choclo.
Comimos queso.
Estoy cansada pero feliz.
Me gusta esta vida. Esta nueva y fresca vida.
Escucho una y mil veces “You make it easy”
Canción del disco “Moon Safari” de Air.
Me pasa que me reencuentro con las cosas y adquieren un nuevo valor.
Imágenes, sonidos y sabores.
París, Air y Manjar.
Y si. De verdad que está bueno. Todo esto pinta pa bueno.
Mi sofá cama es enorme y duermo tan cómodamente que despierto descansada y feliz.
La ducha es potente y el agua sale tan calientita que da gusto bañarse en la mañana, cuando afuera todavía el frío no da clemencia.
Arpajon es lindo. Me gusta.
Ir al supermercado se transforma en un paseo agradable y familiar.
Caminar hasta la casa me regala los minutos para sentir que estos pocos días que quedan están llenos de nuevos aires, de nueva vida y de nuevos reconocimientos y sorpresas. Y eso siempre es bueno.
Ya no quiero pensar en el robo, ni en nada que me perturbe, sólo quiero vivir estos días con alegría, libertad y abierto el corazón a dejar que París entre más vivo que nunca.
Me compré la Carte Orange para las zonas 1 hasta 5, eso quiere decir que puedo ir a París hasta que me de hipo y gozar la ciudad como nunca.
Hoy hicimos paseo de niñas.
Al despertar levanto la persiana y el paisaje nevado realmente me conmovió.
Arpajon nevado en silencio.
Seguramente nevó en la noche y como la nieve es una especie de suspiro imperceptible sólo en la mañana me di cuenta de la fría maravilla.
Las copas de los árboles adornadas con las motas de hielo que brillaban con el sol matutino.
Los brotecitos que anuncian una próxima primavera temblaban con el peso de la nieve y parecían que en cualquier momento iban a caer, pero se mantenían intactos, erguidos hacia la luz generosa, abrazados por un sutil viento gélido pero revitalizante.
Que gran mañana.
Desayunamos juntas porque no tenemos clases los miércoles y decidimos pasear por París.
Nos recibió bella, limpia, casi despejada, muy helada pero por sobre todo fabulosa.
Ahí, parada en el Pont Saint Michel, mirando el Senna, observando las aguas quietas, me dejé chasconear por el viento, la emoción, y la vida de una ciudad de verdad linda.
Cada vez más linda, cada vez más mía.
Fuimos a L’Heure Joyeuse, una biblioteca pública dedicada sólo a la literatura infantil.
Debo ir otro día porque no alcancé a ver casi nada de lo que guarda en sus estantes repletos de publicaciones.
Después almorzamos falafel y de compras se ha dicho.
Estuvimos un buen rato mirando ropa, tomando chocolate caliente, comentando de la vida. Hasta que se oscureció y cansadas ya extrañábamos nuestra tibia casa.
Al llegar cada una con su cuchara en la mano dispuestas a atacar el tarro de manjar que casi ya esta vacío.
Hice una ensaladota.
Cocimos choclo.
Comimos queso.
Estoy cansada pero feliz.
Me gusta esta vida. Esta nueva y fresca vida.
Escucho una y mil veces “You make it easy”
Canción del disco “Moon Safari” de Air.
Me pasa que me reencuentro con las cosas y adquieren un nuevo valor.
Imágenes, sonidos y sabores.
París, Air y Manjar.
62 días para Chile.

3 comentarios:
De verdad alegra a montones que todo haya resultado bien...
(...De verdad nunca deja de asombrarme la precisión mágica con que describes lo que te rodea)
ya lo decian las abuelitas de avenida matta: "no hay mal que por bien no venga"... el refranero popular es muy sabio.
felicidades!
(y suscribo lo de arriba, tus descripciones son sobrecojedoras... grax)
una amiga en canadá, me cuenta que allá no conocen...NO CONOCEN!!! el manjar..¿cachai lo que debe ser eso?
un crimen, mínimo.
disfruta a mango lo que queda..
ojalá cuando vuelvas, podamos compartir una taza de té con pankekes con manjar en mi depto.
¡¡¡¡yo invito!!!
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