miércoles, febrero 01, 2006

La Cabezona

París es simétrico.
Geométricamente perfecto.
Desde cualquier perspectiva se produce una línea recta entre sus edificios.
Pero, lo magnífico es cuando aparece ella
la Torre Eiffel como una señora copuchenta.
Y asoma su cabeza por entremedio de los señores de cemento
y es como si preguntara
¿A ver qué pasa
Adoro verla de lejos y que se vaya agrandando y cada vez su cabeza crece y crece hasta que
de repente
se para entremedio de la calle
como Godzilla
y se presenta ante el mundo.
Hoy, después de ir a buscar un papelito a la embajada de Chile (que por cierto fue muy emocionante divisar a lo lejos la bandera chilena y acercarme a ella y verla flamear. La embajada es pequeñita y el ascensor no funciona) , caminé por una callecita preciosa, llena de tiendas de queso.
La calle, en efecto, olía a queso.
Esta calle, por la que nunca había andado, me mostró sorpresas varias.
No sólo los quesos sino que también una tienda donde venden CALQUITOS.
¿Se acuerdan de los calquitos?
Bueno, de esos mismos. En diferentes escenarios: la granja, la navidad, los gatos, el colegio.
Increíbles.
Todos serán míos. Es mi ambición número 1.
Porque mi ambición número 2 es comer en un pequeño restorán de mariscos que descubrí.
Se llama "El mercado del marisco" y el señor ofrecía ahí mismo ostras, calamares y camarones.
Me encantó.
Al ladito vendían crêpes y corría el viento frío necesario para disfrutar de uno.
La verdad, no estaba tan rico porque a la masa de panqueque le faltaba el cuerpo y la consistencia para que la Nutella se sostenga.
Así que sigue liderando el crêpe que me comí en la Rue du Temple. Absolutamente.
Bueno.
Seguí por esta callecita, luego doblé en otra y en otra y cada vez la señora Eiffel se hacía más grande.
Aparecía por un lado y luego por otro
Yo me dirigía hacia ella pero es como si ella me estuviera siguiendo.
El día estaba espectacular. Con un sol precioso que a la hora del atardecer bañaba todo con una luz dorada.
Y las ventanas de los edificios parecían velas encendidas guiando mi camino.
O soles multiplicándose.
O ventanas. También. O Además.
Cuando iba llegando se me acabaron las pilas de la cámara.
Y ahí entendí que ese era un instante sólo mío.
Al llegar a la torre sentí un especie de extraña felicidad.
Una mezcla entre la libertad del anonimato y la certidumbre de conocer algo.
Me senté justo justo debajo de la Eiffel.
Es enorme. Y bella.
El paisaje se abre hacia Champ de Mars por un lado
y el Senna por el otro.
Por eso corre, además, mucho viento.
Y mucho frío.
Me senté a observar que ese lugar es como tierra de nadie. O de todos.
Gente de todos lados corren, gritan, se toman fotos y miran hacia arriba.
Son todas las cabezas dirigidas a un mismo lugar: la cabeza de la Doña Eiffel.
Me acuerdo cuando la vi por primera vez. No sentí nada. Ni emoción, ni nervios, ni pena, ni asombro. NADA.
O sea. Lo que sentí es que ya la conocía sin haber estado nunca ahí. Y es lógico porque es un símbolo ultra utilizado.
Y me dio pena no sentir nada.
Pero hoy fue distinto.
Lo que sentí es que es un poco mía.
Que ahora sí que forma parte de MI historia.
Y eso es.
Necesito apropiarme de todo.
Prendí un cigarro y escuchaba como una chinita hablaba con su amiga
y como una mamá rusa le decía algo a su hijo
y como unos ingleses analizaban el frío condenado que justo se creaba bajo la Eiffel.
Fue un momento muy agradable.
Muy mío.

De repente el frío fue insoportable y decidí caminar a la estación.
Desde ahí divisé el Senna.
El verano parisino debe ser exquisito porque el paseo por el Senna se disfruta en invierno, a pesar de la congelación.
Pero en verano debe ser refrescante y muy
muy
romántico.

Me gustaría que todas las personas que quiero estuvieran conmigo.
Para compartir un crêpe, un paseo, un queso.
Pero también siento que esto que tengo ahora acá
es tan pero tan mío
que es mejor contarlo porque asi puedo guardar el verdadero secreto de todo.
Yo aún no lo descubro, capaz que nunca lo haga
y sea sólo la sangre que se renueva dentro de mí.

2 comentarios:

Chiquitita dijo...

Que entretenido descubrir, descubrirse y mas encima encontrarse con instantes del pasado....yo tambien quiero un calquin!!!

Anónimo dijo...

calkitos!!!! q exelente!!!