Tengo pocas pero buenas.
Hablo de las amigas.
Si, con el paso del tiempo me he puesto estricta. Más que con mis amigas, conmigo misma. Con mi modo de vivir la amistad.
Por eso tengo pocas.
A estas alturas no me interesan las relaciones a medias, que me cobren sentimientos, vencer la soledad, tener carretes asegurados.
Yo necesito complicidad, sólo eso. Ya ni siquiera tengo el hábito de comunicarme todos los días con mis amigas sólo porque son mis amigas.
Estamos cuando queremos y lo necesitamos, presintiendo el momento en que eso sucede, así también como cuando no, y queremos estar solas, idiotas, cochinas, chasconas, inapetentes, borrachas.
Estoy cuando debo pero, sin embargo, a veces estoy cuando no me llaman porque, como dije, echo a andar la máquina de presentimientos.
He sido mala amiga y eso me a hecho aprender a ser buena. Y ser buena amiga es, a veces, no tener la palabra precisa ni la sonrisa perfecta pero contar con un buen puñado de canciones, dinero para una cerveza, manos para hacer cariño y silencio para disfrutar de los latidos de corazon.
Yo eso lo he aprendido en el ejercicio de la amistad.
Hay algunas que se han ido.
Si, igual hay cosas que no perdono más que por orgullo por respeto a mi inevitable levedad de ser. Una de las cosas que no perdono es la falta de fe.
Si no creen en mi, no me quieren. Simple.
Por eso tengo pocas.
Ese puente que se crea cuando las amigas se pelean pensaba que era indestructible. Que una vez construido nada ni nadie era capaz de destruirlo, ni menos cruzarlo.
Hoy me enteré de una noticia muy triste que le pasó a una de aquellas amigas con la que construimos ese puente.
Y si siento una pena tan grande por lo que le pasó es porque ella aún vive en mi.
Y quizás no construimos un puente, sólo una escalera al techo.
La escalera que todos necesitamos cuando queremos.
No quiero que nada malo le pase a mi amiga.
Porque a las amigas se las quiere y se les cuida como si fueran las luciérnagas sagradas, el idioma secreto, la raíz más fértil, la hermana.
Amiga, yo estoy también, como la raíz y la luciérnaga.