martes, diciembre 12, 2006

Pz

Ocurren cosas que me impresionan, que me dan escalofríos. Que me entristecen. Si hay algo que me afecta es la mala energía de la gente, las intenciones oscuras.
Pensaba: alguien que no cree en tu felicidad es alguien que no quiere que seas feliz.
Yo no podría dudar si una amiga me dice que es feliz, al menos que fuera muy evidente que de verdad no lo es. O al menos que no fuera mi amiga y creo que es pero no lo es.
Y ¿qué es ser feliz? La preguntita. Es una cosa demasiado personal, incuestionable. Para algunos ser feliz es comprarse un par de zapatillas caras y de marca, para otros comprarse unas baratas y enchularlas, para tal comer helado de piña, para cual leer un buen libro. Y punto. No hay una fórmula. Mil veces lo he pensado y dicho.
Y bueno. Las cosas que me han pasado con algunas personas me han dejado exhausta, triste. Pero más que nada, impresionada. Impresionada de cómo alguien puede estar tan mal que llega a interpretar la vida de un modo tan charcha. Y claro, vuelvo a repetir, cada cuál vive su felicidad como le plazca. Pero cuando eso implica que no permites, no crees o no quieres la felicidad del otro. Creo que ahí hay un problema. Y no mío, sino que del otro.
En resumidas. aparte de la pena y de la impresión, me da igual. No puedo estar explicando o haciendo evidente mi estado emocional. Las personas que de verdad me conocen saben a ciencia cierta cómo vivo y cómo siento. Y no lo juzgan, ni lo envidian.
Mi mamá me decía que la envidia es un sentimiento muy poderoso. Yo no lo sé. Nunca he sentido envidia. Digamos, de esa envidia que no te deja vivir. Una vez creo que envidie que la gente se fuera de vacaciones los dos meses de verano y yo no. Pero no conozco el sentimiento PODEROSO de la envidia.
Y mi mamá me dijo algunas cosas ayer.
Después me acosté.
No quería hablar con nadie (entiéndase chatear).
O sea, me hubiese encantado que Leo me abrazara y eso, sólo eso.
Me sentía mal, como desolada, como con una cosa en el pecho.
Me dormí y ahora que despierto siento que una, inconciente o concientemente, sabe quién tiene que estar al lado. Es decir. Naturalmente están las personas que te hacen bien, que te transmiten cosas buenas, con las cuales puedes contar siempre y que conocen las miserias y las virtudes y las saben y las quieren porque forman parte de la personalidad y no las usan como armas de enjuiciamiento. Personas limpias, medianamente sanas.
Eso es lo que quiero y necesito y busco: lo sano, lo tranquilo, lo piola, lo sencillo.
No quiero huevadas estúpidas, rancias, falsas, poseras.
Quiero paz mental, como decía Clementine en mi película favorita de todos los tiempos que volví a ver el domingo con Leo. La de Grondy.
Eso, paz mental.
Un buen libro, una buena canción, comer algo rico, que no se me inflame el bendito colon.
Reír, llorar.
No sé.
Pero estar en paz. No soñar huevadas. Acostarme en el patio de mi casa.
Paz.

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