sábado, diciembre 17, 2005

Da, da, da


Hoy hubo un sol que se merecía paseos, salidas y caritas felices.
Frío. Si. Muchísimo. Pero con sol, que eso para mí siempre es sinónimo de energía y vitalidad.
Me renueva.
Así que me desperté temprano, desayuné, me duché, me puse vainillita y salí rumbo al andén. Unos patos cuakeaban en el río, un niñito lloraba a lo lejos y yo, sola leyendo la pantalla con los horarios.
Uy, pienso. Tengo que comprar el ticket porque me da lata bajarme en Juvisy.
Estoy a punto de insertar los 5 euros en la maquinita cuando una señora se acerca y me dice:
"este fin de semana el viaje en tren por la línea D es gratis, para recompensar un poco las incomodidades que ocasionó la huelga".
¿Está usted segura? pregunto yo.
Si. Y luego llegaron 3 personas más que confirmaron la versión de la primera señora. Y luego leí en la pantalla eso mismo. Gratis el viaje.
Yuju. Tralala Tralala.
Oye, que me puso feliz.
Así que sentadita, tomando sol esperé a que llegara el tren. Llegó y era el trayecto largo, que pasa por todas las pequeñas comunas que bordean el Senna. Se veía tan bonito. Todo frío pero todo brillante con el sol.

Mi plan era expo DADÁ y Salón de Editores.
Lo primero que hice cuando puse un pie en París fue comerme mi crêpe con Nutella. Mmmm.
Calientito, chorreaba el chocolate. Mmmm. Ñami total.
Caminando con mi crêpe me encontré con dos cosas bien interesantes: una chica que tocaba el Dirijidú (ese instrumento de madera que emite un sonido bien primitivo, espero que se escriba así) y además una especie de maraca entonces hacía una melodía increíble. Parecían sintetizadores pero era su menudo cuerpo. Se pasó. Cuando terminó la felicité y le dije que nunca había visto algo así. Agradeció y siguió con su música.
Después, casi al llegar a la puerta del Pompidou, un grupo de músicos mongoles hacía su show. Extraordinario. Una especie de guitarrita y sus voces que hacían ruidos y melodías, también. Eran 4 señores vestidos a la usanza mongola (me acordé de la película "La historia del camello que llora") que además de tocar la guitarra instrumenteaban con su voz. Haciendo sonidos, alargando las vocales. Superior, de verdad.

Pucha. Como que en un pequeño rato pasó de todo.
Miré a mi alrededor y se veía hermoso.
La amplia calle, el cielo azul manchado con unas pomposas nubes.
El viento heladísimo.

Y bueno. Fui a mi objetivo.
EXPOSICIÓN DADA.
Uf.
Desde la última exposición organizada por los mismos dadaístas hace más de cuarenta años, que no se hacía un evento así. Un muestra tan completa de lo que fue el dadaísmo, con sus más importantes exponentes y los originales de sus obras, revistas, cartas, cuadros, objetos, papelitos, etc.
IN.CRE.Í.BLE.
Se pasó.
Poder mirar de cerca el trazo de Tristan Tzara, los rayados locos de Duchamp. Escuchar grabaciones originales de Eric Satie.
Y de paso conocer a otros dadaístas secos que no sabía que existían.
Y además
ver
en vivo
y
en directo
EL URINARIO DE DUCHAMP
ORIGINAL
R. MUTT 1917.

Jevy.
Cuatro horas metida en el Pompidou porque la composición de la exposición era laberíntica. Dadaísta más bien. Sin un orden y llevada por el instinto. Por la sorpresa, por el pulso.
Lo más sorprendente para mí: una sala blanca, sin ningún mueble, iluminada con alógenos blancos, inundana por sonidos provenientes de cada rincón de la pieza. Imposible decir de dónde exactamente. Muchos sonidos al mismo tiempo. Era la reproducción de "L'amiral cherche une maison à louer", un poema simultáneo, escrito por Huelsenbeck, Tzara y Janco; interpretado por ellos mismos en el Cabaret Voltaire el 31 de marzo de 1916. El lenguaje se hace música.
La grabación original inundaba la pieza. Bello.

Bueno, también las tipografías dadístas de un grupo de Rumania. Que sacaron 1 sola revista, llamada 75HP, publicada en el año 1924. Me la compré. O sea, el libro con las fotografías de la revista porque al ser única pertenece a una colección privada. Secos los rumanos. Y los húngaros.

Los Dadaístas tenían un rollo jevy con la tipografía porque tenían una relación sanguínea con la palabra y su significado. Entonces para ellos la palabra no era sólo sonido, sino que forma que podía decir mucho más que su sonido. Tzara consideraba la tipografía un arte y es cosa de ver los afiches de la época: puro pulso tipográfico.

Bueno. Cansada ya me senté a tomar agua. Miré a mi alrededor. La sala estaba en el último piso del Pompidou. Rodeada de grande vidrios se podía ver, simultáneamente, la Torre Eiffel y la Sacre Coeur.
Mientras adentro yo estaba rodeada de historia.
De vida. Porque esas cosas, esos papeles y ese urinario hablaban a cada rato de la historia de todos los hombres.
De lo absurdo de todo y de que finalmente
"el espíritu del ser humano dadaísta es sentir que la vida no está solamente acá, sino que también allá, allá allá"
(da, da, da en alemán)

Luego tren, música, papas a la crema que están en el horno, cerveza que bebo con gusto.
Y mañana maletas para partir.
A lo dulce, a lo rico, a lo bello.

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