
Me pasa que es muy difícil para mi ordenar.
No porque me de flojera sino que porque es difícil tomar la decisión de qué se va a la basura y qué se queda conmigo.
Mi técnica es que cuando alguna cosa me la encuentro más de tres veces en cada orden y no la he ocupado, es que de verdad no me sirve.
Soy bastante cachurera o, mejor dicho, archivadora.
Tengo guardadas cosas desde que tengo 5 años.
Si, es un santito de la María José
y una invitación al cumpleaños de la Nati.
Y de ahí.
Monedas, servilletas escritas por la Feñi, el típico sombrerito del tequila
láminas de álbumes, cartas de amigas, 8 mil fotos
diarios de vida desde que tengo 11 años. (escribí ininterrumpidamente hasta los 20)
casettes que me grabó la Musa.
Además de juguetes, libros, recortes de diarios, plasticinas secas.
Soy incapaz de botar un diario de vida, aunque me muera de la plancha cuando leo mis "dramas" de preadolescente BOBALICONA.
No puedo, aunque sé que es un peligro porque si me muero alguien los leerá.
Como no sé cuándo moriré no sé cuándo los debo quemar.
Bueno, y que tanto si una en la vida pasa por muchas etapas
y si hay algo que agradezco es haber sido bobalicona cuando chica
porque es LA edad que una tiene para ser libremente bobalicona
porque de grande las cosas son diferentes.
Ahora soy BOBA no más.
Bueno.
Gracias a mis archivos históricos puedo decir qué hice el 5 de mayo del año 1989, por ejemplo.
Tengo relexiones profundas sobre la guerra de Irak.
Dibujos de Buchi, Fra Fra y Aylwin.
Diseños con la moda de la época (menos mal que esos tiempos pasaron)
Fotos de los artistas del momento.
¡¡¡¡Un ranking musical!!!!
Un sinfín de cosas que arman lo que soy. Interesante.
Un poutpourri (que palabra más fea).
El punto es que hoy quise ordenar porque en estos tres meses y algo acá en Francia he acumulado muchas cosas.
Y quiero analizar bien qué debo botar porque no puedo "guardar" pues en abril me largo de acá y debo llevarme lo que necesitaré en Chile, no acá.
Y tengo muchas cosas. Libros, catálogos, postales de mil y una cosas.
Así que aquí estoy, con todas las cosas en la cama sin saber qué hacer.
Más encima me pongo a ojear revistas y libritos y se me pasa el tiempo.
Y filo.
Mañana.
El punto es que me gusta archivar.
Es como materializar esos espacios de tiempo que se pierden entre los recuerdos concretos.
Archivar es como respetar lo que he sido.
Porque no tengo nada que ocultar
ni de qué avergonzarme.
Yo y mis archivos asumimos toda la responsabilidad en esta vida.
Los kilos de más y los de menos.
La envidia y la incondicionalidad.
Los vestidos copiados
las buenas y malas ideas.
El amor prometido
caer bajo para luego subir
las borracheras.
Todo.
Es decir podría hacer una versión de Carolina en papel maché.
Lo mejor de todo
es que veo esas cosas y no me dan ganas de volver al pasado
sino de seguir viviendo
para acumular más cosas
y verlas en algún futuro
cuando sea.
1 comentario:
Sólo dos cosas:
1) en mi clóset guardo cinco cajas repletas de chucherías y en el entretecho de mi casa más y más cuadernos. De todos ellos, mis recuerdos más preciados:
- un pedazo del cuaderno del compañero al que amé TODO el colegio
- el diario de vida (rosado) donde despotricaba contra el mundo por tener un perro
- una carta donde le peguntaba a mi mamá por qué yo era buena si en verdad quería ser una revolucionaria
2) Cuando estaba en el colegio la bibliotecaria me leyó las líneas de la mano. En ellas leyó que me voy a morir a los 74 años en un accidente. Mira tú. Eso significa que puedo hacer todo lo que quiera y aún así, me queda más de medio siglo de vida.
Maravilloso.
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