martes, abril 11, 2006

fiebre

Ayer sufrí de frío.
Esperamos el bus durante 10 minutos y el viento helado me atrapó. Se metió en mi y junto con él invitó a quién sabe qué bichos
de aquellos de patas peludas y cuerpos amebosos,
como gelatinas de mal sabor y vencidas.
El viento hizo fiesta de insectos purulentos
y ahora tengo los ojos calientes, fiebre y la garganta
adolorida.
Hace frío, mucho frío.
Como si la primavera fuera un estúpido invento de bobos
y pasara de largo por estas tierras.
Se que no es así porque yo dejé Chile
con un septiembre florido, lleno de sol y tardes frescas y luminosas.
Así que invento de bobos no es
sólo que acá, cruzando el
atlántico
y el
archipiélago de los abedules
las cosas están al revés o simplemente no están.
O están pero escondidas en las misteriosas coordenadas del tiempo y del espacio,
esas mismas que me dejan con no sé cuántos kilómetros de distancia
y 6 horas de diferencia.
¿Qué hacer?
Magia.
Agarrar harina y amasar hasta dar con la consistencia exacta de una delgada y suave masa de pizza.
Magia.
Zapallo italiano, jamón crudo, champis y mostaza.
Rojo tomate.
Orégano y Queso.
Magia.
Vino y comer.
Y los colores vuelven a todas las mejillas.

Ahora esta fiebre me pone lesa,
me hace pensar en que si no fuera porque he avanzado
sentiría de verdad que llegar a Chile es llegar al pasado.
Y si hay algo que detesto son los retrocesos.
Los odio con toda mi alma, me incomodan y los evito.
Con conciencia y sin ella me prohibo el acto de ir hacia atrás.
Cuando llegue a Chile miraré de frente.
Cruzaré los dedos para que todo salga bien pero todo cuanto dejé
ya no es lo mismo y nunca lo será.
Magia.
Que mi tiempo se abre con cada tic tac.
Y también detesto los relojes.

1 comentario:

Pilar Navarrete Michelini dijo...

Tralalá, piensa que cuando te miras en esos espejos que detrás te ves repetida por miles, siempre pesa más la primera imagen. Es decir, tú en el aquí y ahora. Las que están detrás tuyo eres tú también, pero como que uno no puede urgar en cada reflejo de los espejos para darse cuenta si hay algo diferente en uno de ellos. Para qué, no vale la pena si es obvio que somos nosotras, pero al final, igual igual uno se queda con la primera imagen. A qué iba... a que esos reflejos son como uno para atrás -uno en el pasado-, pero como digo de nuevo, uno se queda con la primera imagen que ves frente a ti. Ese aquí y ahora. El pasado está, el punto es que uno tiene en sus manos la decisión de dejarlo venir al presente o dejarlo atrás como parte del aprendizaje. Como una de esas tantas imágenes repetidas. No se trata de negarlo, se trata de aprender de él sin sentirlo como una condena, como una gripe sin remedio. Creo que uno se hace fuerte cuando es capaz de llevar ese pasado con orgullo pero saber decirle que no cuando uno lo cree necesario. No le tengas miedo. No tienes que demostrarle nada a nadie a tu regreso. Así que firme con tu vuelta y no le tengas miedo a los tic tac del reloj. No sirven de nada. Sí pesca el "late, late" del corazón. Suena como letra de reggaeton, pero vale la pena. No hay mejor indicador del estado de salud.

Besos again.