domingo, abril 16, 2006

Pum


Los fuegos artificiales se originaron en China hace 2.000 años.La leyenda más conocida es que los fuegos artificiales se originaron o se inventaron por accidente cuando un cocinero chino que trabajaba en una cocina al aire libre mezcló carbón, ácido sulfúrico y nitro (todos productos conocidos en la cocina de esa época). La mezcla se quemó y cuando fue comprimida en un tubo de bambú explotó.
Algunas fuentes dicen que el descubrimiento ocurrió hace 2.00 años y otros en el siglo IX durante la dinastía Son (960-1279) aunque esto puede ser la confusión que ocurre entre el descubrimiento de la pólvora y la invención de los fuegos artificiales.
Algunas fuentes sugieren que los fuegos artificiales pueden haberse originado en la India, pero en octubre 18 del 2003, una edición electrónica de un periódico hindú le da crédito a China de haber descubierto la pólvora.
Un monje chino llamado Li Tian, quien vivía cerca de la ciudad de Liu Yang en la provincia de Hunan, se le acredita la invención de los fuegos artificiales hace 1.000 años. Los chinos celebran la invención de los fuegos artificiales el día 8 de abril, ofreciendo sacrificios a Li Tian. Durante la dinastía Song, las personas de la localidad establecieron un templo dedicado a Li Tian.
A los fuegos artificiales, antes y ahora, se les ha atribuido el poder de evitar los espíritus malignos y los fantasmas, que son ahuyentados con los estallidos de los fuegos artificiales. Los fuegos artificiales son usados hoy días para celebras nacimientos, muertes y cumpleaños. El Año Nuevo chino es un evento muy popular que se celebra con fuegos artificiales que ahuyentan los espíritus malos.

Lo que a mi me pasa con los fuegos artificiales es que enmudezco. Porque si verdaderamente logran espantar a los espíritus malignos, toda preocupación, tristeza, rabia, nervios, angustia, incertidumbre y todo aquello que puedo identificar como maligno se desvanece. Desaparece mientras el cielo se cubre de lo más cercano a la fantasía, la ilusión y la magia que reconozco en mi vida.
Es que los fuegos artificiales son re lindos. Aparecen en la oscuridad como grandes insectos o bestias bondadosas de colores y colas alargadas que dejan estelas brillantes en el cielo, como llamados de otra dimensión para ser seguidos.
Se abren y esparcen lentamente, se convierten y cambian, dan vueltas y suben. Explotan. Y luego, desaparecen, como suele suceder con las cosas maravillosas que no están al alcance de los mortales.
Por eso cada vez que tengo la oportunidad acudo a un espectáculo de fuegos artificiales. Además que encuentro tan lindo que la gente se reúna a pasar 30 ó 40 minutos para estar con el cuello semidoblado mirando fijamente el cielo. En silencio y a veces ovacionando, pero sólo con la intención de tratar de capturar un poco de esa efervescencia que es tan parecida a la felicidad. Aparece explosiva y luego se va lentamente, dejando algunos detellos durar un poco más. Para luego desaparecer completamente de nuestra mirada.
El primer fuego artificial que recuerdo bien es cuando vivía en el Pasaje, año 1982, al frente del Cerro Blanco. Un papá vecino tiró un par de bengalas fucsias al cielo, de esas que se tenían que poner en una botella. La botella era de fanta. El pasaje estaba oscuro y la bengala salió disparada hacia arriba, furiosa y dejando una estela de humo mucho más grande que su espectáculo.
El segundo es en Valdivia. Para la semana Valdiviana del año 99. Fui de viaje a Purranque, al cumpleaños de mi amiga Negrón. De paseo fuimos a Valdivia que celebraba su fiesta. Fue un espectáculo maravilloso. Estábamos al lado del Calle Calle, que es de dónde explotaban los fuegos de artificio. Entonces mi mirada fue tan aproximada que sentía los colores y los estallidos dentro de mi. En un minuto creí que uno de ellos caería encima mío y me tomaría y elevaría y llevaría al mismo lugar donde lleva el final del arcoiris.
El tercero es un Año Nuevo. En la azotea del depto donde viví un par de años. Estaba muy cerca de la Torre Entel entonces el espectáculo se apreciaba perfectamente. Además, podía distinguir los fuegos artificiales de diferentes partes de Santiago, era como si de repente todas las velas de la torta estaban prendidas y estallaban al mismo tiempo. Cada una con su pretenciosa manera de bienvenir el 2004.
En todos esas explosivas representaciones de belleza sentí los mismo: una profunda dicha. Esa dicha que se le viene a una al cuerpo cuando no se piensa. Cuando es tan simple como mirar algo que se aleja un poco de la lógica material y se acerca más a los sueños, a las fantasías, a las imágenes oníricas con las que adornamos la vida que creemos existe en otro lado.
Me gusta muchísimo.
Y bueno.
Todo esto es para contar que mi cuarto recuerdo lo viví ayer, en el Atomium de la ciudad de Bruselas. Se celebraba la apertura del Atomium al público.
Llovía. Y así y todo la gente se reunió para pasar un poco las penas de esta primavera que no existe.
Durante aproximadamente media hora el cielo se llenó de humo, mucho humo, y colores. Además, el show estaba sincronizadamente acompañado por música lo que lo hacía casi una experiencia catártica. Casi, si no fuera porque la gente apenas si gritaba y la lluvia que caía de repente me traía a la realidad.
Pero fue lindo. Fue feliz. Fue como esas cosas que me gustan. Las cosas que pueden suceder en cualquier parte del mundo pero que son personales por lo que logran generar en el corazón.
Y, además, nunca había vivido una Semana Santa con bulla y color. Punto a favor.

Mas historia de los fuegos artificiales aquí

4 comentarios:

Pilar Navarrete Michelini dijo...

Después de tu explicación he decidido abortar mi idea de espiar al ratón lechero. Sólo me asalta una duda: si comen tanto queso, por qué les faltará calcio a las pobres lauchitas? Cuando chica en la casa de mis abuelos había ratones. En las noches los sentías jugar por el techo, pero no me daban miedo. Los ratones me caían bien. Una vez bajó uno negro por una de las canaletas que salía desde el techo hacia el patio de la casa y lo mataron a escobazos, mientras todos gritaban "un ratón!!, un ratóóóón!!!" Mientras tanto, yo lloraba indignada por la muerte de la escurridiza laucha. Ahora entiendo: sus huesos eran demasiado débiles para resistir tal golpiza. Nunca voy a olvidar esa escena. Pobre ratón sureño.


Abrazos lecheros.

lady C dijo...

¿has sentido fuego artificiales en la panza?
uf...son a todo color

elefante dijo...

uuuuu.... mataste con eso del atomium!!!!

cuando fui a bruselas lo unico que queria conocer era el atomium... y resulto inolvidable. es el lugar mas "moderno" que existe. es el futurismo en su estado primario, es la television y el refrigerador aerodinamico.... y a eso le sumamos fuegos artificiales..... mataste!!!!

por cierto.... te parece si lanzamos fuegos artificiales para tu llegada???

fireworks store Milwaukee dijo...

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