lunes, enero 07, 2008

La Fiesta China y el Año Nuevo Mío


De repente fueron las 12 de la noche y llegó el 2008.
Frente al mar y el cielo iluminado. Como alimentándose mutuamente de las luces de fantasías que explotaban ante nuestros ojos emocionados.
Porque este año nuevo, si bien de un tiempo a esta parte ese minuto de los abrazos y buenos deseos me emociona, si que estuvo lleno de esa cosa pastosa que se coloca en medio de la boca y el corazón y que hace que los ojos hablen por si solos y que la sonrisa salga porfiada aunque una no quiera y que todas las cosas de repente parecen un privilegio, una fortuna, un don. Y no es que se disfracen. Simplemente es que ese minuto de cambio temporal me hace sentir profundamente viva. La constatación real de que el tiempo pasa y sigo aquí rodeada de árboles, mar, Leonidas, familia, perros persiguiéndose la cola, olor a papas fritas, palabras en otros idiomas, enciclopedias con los mapas de los viajes de mis sueños, cuchuflíes, un cuaderno en blanco. Eso. Eso y más. Y más cosas que si pienso bien puedo disfrutar por estar en este mundo parada, vivita y coleando, sin dormirme. Atenta.
De repente fueron las 12 de la noche y llegó el 2008.
Sin promesas.
Sin esperanzas.
Con deseos concretos, palabras exactas.
Nada de esperar. Sino que hacer.
Nada de prometer. Sino cumplir.
De repente fueron las 12 de la noche y llegó el 2008.
Un año lleno de Amor.
Sea del chancho, del perro o de la serpiente.
Es más, que a mi jardín vengan todos, para que esperar 12 años si podemos estar juntos en las buenas y en las malas. De eso se trata este embrollo que es la vida.

Bienvenido dos mil ocho.

1 comentario:

palomasuzarte dijo...

Feliz año señorita, que bien se oyen todos sus días.

abrazos.

p.