lunes, enero 21, 2008

Rojo


Roja, roja, roja.
Si hubiese podido hundirme en su jugo y quedarme nadando en ese sueño dulce y pegajoso, lo hacía.
Me hubiese hecho una casita con las pepas, con una escalera larga que llegara hasta donde estás tu. Y besarte.
Reposaría en un agujero moldeado con una cuchara plateada, y desde esa ventana infinita mirar los atardeceres, los ires y venires de los bichos, los pollos caminando como bobos, la gata moviendo la cola y las hojas en blanco llenándose de historias hermosas como la de los señores de la montaña o Clementina la del pelo largo o las que siempre sueño que escribo y que no logro verbalizar porque aún no logro vivir en ese mundo.
Ese es el punto.
Vivir en ese mundo.
Reposar en un pedazo de sandía y dejar que los lápices bailen sin espantarse, tranquilos.
Como esos pájaros o las pelusas que sobrevuelan sobre mi cabeza.
Juro que si hubiese podido nadar en ese jugo colorado, dejaba mi maleta deshecha y me quedaba ahí por un buen rato.
Libre y totalmente a gusto.

1 comentario:

Daniela Catrileo dijo...

SIEMPRE ME IMAGINE NADANDO ENTRE LAS PISCINAS IMAGINARIAS
QUE ARMABA CON LA CUCHARA, Y EN EL CAMPO, LA ARENITA ERA HARINA TOSTADA...