jueves, julio 09, 2009

Luz

Tengo pocas pero buenas.

Hablo de las amigas.

Si, con el paso del tiempo me he puesto estricta. Más que con mis amigas, conmigo misma. Con mi modo de vivir la amistad.

Por eso tengo pocas.

A estas alturas no me interesan las relaciones a medias, que me cobren sentimientos, vencer la soledad, tener carretes asegurados.

Yo necesito complicidad, sólo eso. Ya ni siquiera tengo el hábito de comunicarme todos los días con mis amigas sólo porque son mis amigas.

Estamos cuando queremos y lo necesitamos, presintiendo el momento en que eso sucede, así también como cuando no, y queremos estar solas, idiotas, cochinas, chasconas, inapetentes, borrachas.

Estoy cuando debo pero, sin embargo, a veces estoy cuando no me llaman porque, como dije, echo a andar la máquina de presentimientos.

He sido mala amiga y eso me a hecho aprender a ser buena. Y ser buena amiga es, a veces, no tener la palabra precisa ni la sonrisa perfecta pero contar con un buen puñado de canciones, dinero para una cerveza, manos para hacer cariño y silencio para disfrutar de los latidos de corazon.

 Yo eso lo he aprendido en el ejercicio de la amistad.

Hay algunas que se han ido.

Si, igual hay cosas que no perdono más que por orgullo por respeto a mi inevitable levedad de ser.  Una de las cosas que no perdono es la falta de fe.

Si no creen en mi, no me quieren. Simple.

Por eso tengo pocas.

Ese puente que se crea cuando las amigas se pelean pensaba que era indestructible. Que una vez construido nada ni nadie era capaz de destruirlo, ni menos cruzarlo.

Hoy me enteré de una noticia muy triste que le pasó a una de aquellas amigas con la que construimos ese puente.

Y si siento una pena tan grande por lo que le pasó es porque ella aún vive en mi.

Y quizás no construimos un puente, sólo una escalera al techo.

La escalera que todos necesitamos cuando queremos.

No quiero que nada malo le pase a mi amiga.

Porque a las amigas se las quiere y se les cuida como si fueran las luciérnagas sagradas, el idioma secreto, la raíz más fértil, la hermana.

Amiga, yo estoy también, como la raíz y la luciérnaga.

 

3 comentarios:

Constanza dijo...

No suelo dejar muchos comentarios, pero ahora se me hace inevitable por algo de empatía.
Me pasa lo mismo, o me pasa lo que, supongo, pasa antes de llegar al estado en que estás tú: el momento en que las relaciones de amistad cambian. Tengo 27 años, vengo llegando del extranjero y mis amigas o la relación con ellas cambió y es un poco extraño o es quizás porque se estuvo mucho tiempo compartiendo desde la distancia. No sé, por eso fue bueno encontrarme con tu post, y si bien no son las palabras de una amiga, me hacen preguntarme las cosas desde otra perspectiva.
Un abrazo.

Lovage dijo...

Ay, prima, la amistad es uno de los valores que mas cercano a mi esta.
Las amigas y los amigos son para mi como los hermanos que no tengo, esos que te protegen cuando estas en problemas, que te cuidan cuando un peligro se acerca, que te miman cuando te acercas despacito a su lado, esos amigos a los que les das lo mismo que ellos a ti.
Me siento identificadisima con tus palabras.
Un beso


pd: la falta de signos de exclamacion y tildes es por culpa del maldito teclado del cyber en el que estoy... doy mis disculpas por la incomodidad de leer.

Chiquitita dijo...

Carito, que verdades, que energìa y que amor hay en tus palabras sinceras, es tan cierto lo que dices, que ça fait chaud au coeur, que transparente, còmo la declaraciòn de una nigna al sol.
Te quiero mucho.