viernes, agosto 13, 2004

arc en ciel

Hola otra vez. Aquí estoy en Bruselas con un computador al que se le ven todas las letras. Ya me acostumbré a que la A está en el lugar de la Q y viceversa. También a que la M está en lugar de la N y viceversa. Y a que no existan acentos ni la letra que viene despues de la n, con la colita de chancho invertida sobre ella. Ya saben cual es, que bueno.
De todas las cosas que se me quedan en la punta de los dedos les contaré que fuimos al Museo del Comic, donde Tin Tin es el rey de todos y donde todos son reyes por igual. Un edificio enorme con originales de Tardi, Chaland, Moebius, etc. Increíble, se puede sentir la historia hecha de lápiz y de colores nunca vistos. Había además una exposición de comic chino, que se realizaba por primera vez en Bruselas. Quedé maravillada por la suvidad del trazo y la potencia de sus imágenes relacionadas con la naturaleza, la lucha y la vida cotidiana. Hermoso trabajo. Tanto clásico como más contemporáneo porque se exhibían trabajos con líneas no tan depuradas y colores más fuertes, trabajados de manera particular en la hoja. China me gusta y esta muestra me dejó más claro que la iconografía china está presente en todo, desde envases de arroz hasta comics chistosos.
Jacobs. Ese apellido no me sonaba hasta que vi su exposición en el mismo museo. El tipo hacia de todo, hasta cantaba ópera en sus ratos libres, yo creo que de tanta habilidad el dibujo se convertía en el resumen de todo su imaginario porque es un artista impecable. Sobre todo los vestidos que adornaban a las mujeres que dibujaba, detalles de estampados preciosos, en los que se podía sentir la suavidad de la seda o la cosquilleante textura de la lanilla. Seco. Salí pensando en la capacidad de algunos de representar el mundo tan sublimemente. Tan particularmente.
A la salida del museo el típico store para comprar el souvenir, algunos libros interesantes y lo mejor: una foto con un pitufo que era casi de mi porte...¿seré yo tan pitufa? En fin, buen paseo y la noción de que definitivamente no sé dibujar. Quiero aprender a tocar guitarra y a dibujar. Necesito profesores.
En nuestro bar favorito, L'Union, ofrecen la sopa del día, bien lo saben, bueno, ayer fuimos a almorzar y la pizarrita decia Potage de Courgettes...¿qué será el courgette? me pregunté yo. Llamé al tipo que atiende y le pregunto ¿Qu'est ce que est le courgette? y él me dice con las manos así como alargándolas para el lado "c'est vert" . Mmm, debo haber puesto cara de no saber lo que dijo porque me hizo el gesto para que lo siguiera...bueno, me paré y lo seguí hasta la cocina en donde agarró un pepino y me dijo "c'est le courgette". Me sonreí y le dije que en mi país se dice pepino, y al traerme el plato a la mesa me dice pepino. Lo aprendió, en minutos logramos enseñarnos mutuamente una palabra nueva que tiene la misma forma tanto acá como allá. Compartimos nuestros sonidos y conceptos en cosa de segundos, cuando él me llevo a la cocina y yo le dije pepino.
Así son las cosa, simples. Un sonido que ahora es conocido por los dos. Pero no me sé su nombre, y creo que no lo quiero saber. Me basta con Monsieur Pepino y yo la Madame Courgette. ça va.
Antenoche fuimos a comer (si, comemos mucho) a un local chileno, o sea latinoamericano, porque igual la iconografía chilena se agota y el europeo siempre quiere más. En la carta figuraban coo platos chilenos cosas que yo nunca he comido, por ejemplo Gambas a la parrilla y carne a la argentina (?). Lo bueno, y lo mejor de todo, es que había pisco. Yo tomé Sour y Rodrigo la clásica piscola. Por mi garganta pasó suavemente el clásico sabor del pisco fuerte y casi picante. Pensé que un trago nunca es sólo un trago, que cada sorbo siempre es un tributo a algo y, en este caso, como estoy a tantos kilómetros de Chile, cada sorbo era un tributo a mis amigos, a las fiestas, a los aperitivos de las Vaquitas Gordas, Al Guasón y al Lucho. De hecho Rodrigo se pidió una piscola sólo para rendirle un homenaje a sus amigos piscoleros por excelencia. Y yo, sólo para sentir a Chile en mi garganta casi como un himno cantado en silencio.
En las mesas de al lado la gente comía con alegría, comentando en francés lo rico de la carne y del vino. El hijo de la dueña nos regaló un Santa Carolina 5 estrellas que lo tomamos en un santiamén haciendo salud a cada rato.
La dueña del lugar se llama Adela y fue expulsada de Chile en 1978. Eligió Bruselas por la descripción de una enciclopedia. Se instaló y puso su negocio que ha rendido frutos tan buenos como ser bien criticada por los diarios y querida por los belgas. Cuando Pinochet fue elegido senqdor ella sentenció que jamas pondría un pie en un país donde el asesino de Chile es elegido senador. Y sigue ahí, casi con 70 años y deleitando con su buena comida.
El lugar se llama La Araucana y el letrero es una bandera chilena que en la noche parece una estrella encendida en medio de la calle oscura. La miré en silencio y pensé que uno llega de maneras extrañísimas a formar parte de un lugar, o de una familia o de alguien. Que en realidad nadie sabe dónde va a estar al día siguiente. Y que, más triste o más feliz, siempre aprendemos rápido el nuevo idioma para poder ser felices. Y el idioma puede ser un abrazo o una palabra, dependiendo del lugar en el que estemos.
Me quedan 25 minutos y no sé si les he contado todo.
Debería ordenar mis ideas para que mi narración fuera ordenada.
Pero no puedo.
Ahora hay unos marroquíes a mi lado que hablan algo que no entiendo, pero es delicioso sentir como sus letras suenan diferentes y su garganta se contrae y parece que se ahogan en algunos tramos de su conversación. Aquí hay hartos marroquies y africanos. Hay harta gente de hartas partes y se ve en la cantidad de tavernas que ofrecen pitas en todas sus variedades. Rellenas con todo y hasta con papas fritas. Yo la verdad ya no quiero más de fritas, el calor es extraño porque aparce de repente. Ahora está helado y durante el día llovió con esa furia que sólo tiene la naturaleza. Una lluvia gruesa y abundante, que paraba a instantes dándole la oportunidad al sol para aparecerse y evaporar las gotitas de las hojas y para luego volver a aparecer y chas...todo mojado, los árboles chascones y mi pelo indomable.
Quise ver un arcoiris pero no lo encontrá asi que me imagine uno y lo nombré.
Dije: arcoiris y arc en ciel.
Y apareció y me acordé de un arcoiris que vi en Chiloé hace tiempo atrás y que ha sido el más bello y el más triste. El más bello por ser tan nítido y grande y el más triste por ser tan inalcanzable que no pude caminar sobre él.
Pero aquí en Bruselas daba lo mismo porque no hubo ninguno.
Hoy pasamos por un busto de Salvador Allende que la colonia chilena le hizo en un barrio que se llama Everne. Es pequeño pero está instalado en la entrada de una placita, con una inscripción en homenaje a él. Es lindo.
Me duele un poco la guatita así que creo que me iré. Hoy en la noche iremos a ver el tapiz de flores instalado en la Grand Place, una enorme alfombra de flores naturales que huelen maravillosamente.
Me iré caminando a la casa, sintiendo los adoquines fríos y pasando por el negocio de un señor indio muy amable, que siempre sonríe y brillan sus dientes sobre su tez morena. Doblaré en una esquina que se abre y me regala una vista bella de sus edificios antiguos, llenos de ventanas con florcitas. Llegaré a la esquina donde esta la taverna portuguesa y donde siempre algo huele mal, no se que es pero huele a rayos. Caminaré, llegaré a la casa, subire las escaleras y veré por una ventana grande los techos rojos de unas casas que están por detrás de la nuestra. Alguien siempre está frente a un computador. Entraré y le daré un beso a Rodrigo y seguiré en esta caminata nueva.
Y luego, muy luego se las contaré a ustedes.
Au revoir.

Carola Chum

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