martes, julio 05, 2005

SILENCIO DE DÍA

Hoy amanecí con dolor de garganta.
Ese dolor seco, caliente e incómodo perturbando mi hablar.
Y bueno, me gusta no hablar a veces. Me gusta el silencio del día, ese que sólo existe cuando uno quiere. Porque el de la noche es casi obligatorio.
El silencio del día es de adentro, de uno, de las manos y los ojos. Es un silencio que escucha el rumor de los otros, que devela lo que ocurre afuera, es un silencio generoso que deja que las otras cosas sean.
Un pequeño paseo en micro o sentarse en un banco de plaza, en silencio, nos permite escuchar al otro silencio que es el de las cosas que estan quietas. Que no están en ese momento pero que sabemos que existen. A cierta hora no andan autos, a cierta hora los pájaros no cantan, en algun momento del día los niños no gritan.
Pero, a la vez, escuchamos la existencia de otras cosas.
Ajenas a uno.
Yo me quedo un rato quieta y cierro los ojos y escucho celulares, risas, golpes en la pared, radios encendidas de autos que pasan rápidos.
Ellos no me escuchan pero si se preguntaran cuánta gente está en silencio en ese instante y pueden percibir la existencia de otros seguro lo harían también.
El mundo de verdad que se abre.

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