lunes, octubre 10, 2005

alla

No tengo a quien rezarle.
Mi fe se sostiene de como las hojas se mueven
o las marcas de unos cuantos perros en el cemento
o la cantidad de paginas de un libro
las marcas de tinta
el silencio filoso
de las aguas de un Senna
largo y ajeno.
No he tomado te
ni he sentido el aroma de una flor milenaria
de violetas de mi madre
de las madres
de todas.
Aca crecen invisibles
porque lo hacen solo en mi memoria
y el tren a veces las corta
y las hace volar
hacia el Pacifico
nutrido de la voz tuya y mia

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